Un Salvador particular.

   Todos tenemos un Ángel de la Guarda, alguien que nos protege, que nos ayuda, que nos aconseja cuando algo va mal o que nos guía consciente o inconscientemente por este laberinto que es la vida. Algunos los llaman Dios, la mayoría nunca lo han conocido, solo han oído hablar de él y aunque lo buscan y lo siguen nunca han llegado a contactar con él. No es mi caso, el mío se llama Eusebio y es el Interventor de la Caja de ahorros, bueno el interventor y mi doctor particular. Este tío es único, tanto que Espíritu González le debe este post. Cuando he tenido un problema, él lo ha solucionado. Cuando “no he tenido un duro”, él lo ha solucionado. Cuando he necesitado un apoyo ambulatorio, él lo ha solucionado. En los momentos más críticos que he vivido, él con un consejo los ha solucionado. Es un tipo genial, un cachondo mental, que pasa su consulta en la caja de ahorros, bueno en la caja de ahorros y en el bar, da consejos sencillos, obvios pero inmediatos.. Es mi guiador particular, el hecho de ser doctor consorte le eleva para mi a la categoría de “Salvador”.

   Recuerdo que su mujer, al menos una vez nos ayudó cuando mi madre enfermó, quizás debí abusar más por entonces del poder de mi “Salvador”, en aquellas raras y duras noches de urgencias. Son momentos de incertidumbre donde te encuentras perdido en un mar de dudas y nervios y que el apoyo de un profesional que se preocupa por tí y que te trata como un ser humano, no como a un enfermo más, se agradece y no se olvida. Más recientemente, con mi padre también se portaron muy bien. Lo de mi padre (comentarista anónimo R.G.L.)  no fue nada, un pequeño susto gracias a la velocidad vertiginosa de la seguridad social, la misma que a mi madre, me cago en… , me enciendo.., prefiero no decirlo pero sé que falló el sistema. Ella hoy ya no está con nosotros, bueno si está.

   Pero me he salido del tema.., hoy os hablaba de mi Salvador particular. Hace unos meses me llevé un susto muy grande, (en el libro queda relatado detalladamente), y como no, ahí estaba él y su mujer para en cero coma solucionarlo. Les debo una y no pequeña. Para rematar la faena, la última vez que precisé de sus servicios, fue ayer, cuando lo llamé para hacerle una consulta técnica patrimonial y ya aproveché el momento para comentarle que me dolía una muela y no poco.. Él desde su segunda oficina, la del turno de tarde, ¡coño!, el bar.., me razonó de una forma clara y concisa los pasos a seguir para solucionar el caos de antibióticos que estaba soportando mi cuerpo por culpa de la maldita muela. Me explicó los problemas de haber tomado CINCO cajas de antibiótico y que no se hubiera solucionado la avería. Me recomendó un dentista, me facilitó su teléfono y claro como él es Dios, un par de horas más tarde mi muela era ya historia y el dolor ya formaba parte del recuerdo.

   Por eso, hoy para él, va este post, para él y su mujer, pero tío, si ella no sabe que estabas en el bar, mejor que no lo lea.

   Y a todo esto, me estoy dando cuenta que soy gilipollas, porque conociendo a Dios no sé que hago aún lesionado de la rodilla.